Visitando la expedición Clive.
El grupo de investigadores se dirige a Giza con intención de saber que se cuece en la expedición Clive.
Se paran a una distancia prudencial para observar desde lejos. Notan una seguridad excesiva para una expedición arqueológica, sólo le faltan ametralladoras y campos de minas para alcanzar el nivel de la Gran Guerra.
El grupo está parapetado en una duna desde donde observan la expedición. Hansichi y Pettersen deciden dirigirse a la zona de excavación, Hansichi fingirá que es un periodista que trabaja para el Scoop londinense mientras que Pettersen solo tiene interés por si se ha encontrado algún tipo de momia de animal.
Cuando se acercan son parados por un guarda árabe que les pregunta en inglés que es lo que desean. Cuando declaran sus intenciones el guarda avisa al doctor Clive.
Hansichi y Pettersen se presentan con nombres falsos. Los dos investigadores basan sus preguntas en ya hechos conocidos en el Cairo como el rumor de la desaparición de la momia de Nitocris. Clive se apresura a decir que no se sabía que fuese la momia de la reina Nitocris. Por su parte Pettersen hace preguntas extremadamente cándidas que hace que el doctor Clive no sospeche demasiado de ellos, sobre todo cuando Hansichi apoya sus preguntas afirmando que es un periodista del Scoop.
Tras unas preguntas los investigadores se van. No han conseguido demasiada información salvo que el doctor Clive no quieren que nadie entre a husmear. Por otra parte se van con la sensación de que atraer las miradas de la expedición Clive podría ser peligroso.
En el calor de la noche.
El grupo de investigadores se reúne en el hotel con Bakerstone y se ponen a ordenar sus notas. Piensan que la presencia de Bakerstone puede ser demasiado llamativa y su falta de papeles podría resultar peligrosa para el grupo, por lo que este decide agenciarse de documentación oficial.
Tras un paseo por el hotel encuentra a la víctima adecuada, un hombre británico de edad y complexión similar a la suya se aloja en el Savoy, además está en una habitación individual.
Bakerstone consigue entrar en la habitación usando un alambre de percha y un cuchillo del catering, el primer escollo resulta fácil. Al entrar el hombre de la habitación está roncando en la cama y Bakerstone se tiene que mover entre penumbras. Se dirige al ropera pues piensa que el pasaporte lo llevará en el bolsillo interior de la chaqueta (estos ingleses se creen intocables y descuidan su seguridad) En efecto, Bakerstone encuentra la documentación en la chaqueta del inglés y de puntillas sale de la habitación. Está claro que la necesidad agudiza el ingenio y Bakerstone ya tiene un pasaporte original en su poder.
Faraz Najir
Tras patearse una o dos horas el casco antiguo, Mahmud consigue guiar a los investigadores hasta la dirección correcta. Sin embargo, la tienda de Faraz Najir no es sino un agujero en el suelo, con algunos escombros chamuscados. Los locales invocan a Alá cada vez que pasan por delante del solar y nadie en este enormemente atestado barrio se atrevería a edificar allí de nuevo.
Los residentes: dicen las historias que hace cinco o seis años un terrible demonio bajó a la tierra y prendió fuego a la casa. Faraz Najir resultó horriblemente quemado, pero sobrevivió, reconstruyendo su tienda en Khan el Kalili, un antiguo mercado junto a la sharia Muezzeddin Allah.
Los investigadores encuentran la calle de los Alfareros, en medio de una docena de tiendas de cerámica hay una puerta y una ventana marcadas claramente “Faraz Najir” en Árabe, “Curiosidades” en Inglés y “Almacén de Antigüedades” en Francés. Los investigadores entran a la tienda, que está llena de trastos para turistas. No encierra nada de naturaleza oculta o relacionada con los Mitos, ni nada de interés para los investigadores. Najir lleva la tienda solo. Uno de los lados de su cara está cubierto por extensas y repulsivas cicatrices y marcas.

Faraz Najir
A la primera mención de la expedición Carlyle, los ojos de Najir por poco se le saltan de las órbitas y saca a los investigadores de la tienda, casi a empujones, cerrando puertas y ventanas. Los investigadores se resisten a salir lo que hace que Najir grite aun más y la gente empiece a acercarse a la tienda. Al final tras un pequeño tumulto sin consecuencias los investigadores abandonan la zona.
Con nocturnidad y alevosía
Los investigadores deciden ir por la noche a la casa de Najir pues consideran la información que puede dar este de importante. Son las dos de la madrugada y la calle está desierta. Carnagie vigila el lado izquierdo de la calle, Pettersen la derecha, Hansichi las ventanas de los edificios aledaños mientras O’Connel tapa a Bakerstone mientras abre la puerta con unas ganzúas.
La puerta se abre y O’Connel y Bakerstone entran en la casa, van con cuidado pero Bakerstone tropieza que rompe una taza. Ven como se enciende una luz al final de pasillo y sin pensar O’Connel se lanza con la pistola en la mano hasta encontrarse con un Najir en camisón. O’Connel le apunta y le intimida de tal manera que el pobre tendero empieza a temblar y entre sollozos se le oye decir «Yo no se nada de la hermandad del faraón negro»
Tras darle unos segundos para que se calmara Najir le contó todo lo que sabía a los investigadores.
Según Najir, Roger Carlyle buscaba información acerca del reinado del Faraón Negro, que se supone acabó con la llegada de Sneferu, primer faraón de la cuarta dinastía.
Najir tenía en su poder diversos objetos relacionados con el Faraón Negro: un pergamino que detallaba la entrada a la cámara secreta en una pirámide sin nombre donde se suponía estaba enterado dicho faraón; un busto del Faraón Negro; un tamboril cubierto de extraños símbolos, supuestamente dotado de poderes místicos; y un extraño aro con un circón grande que se dice era la corona del Faraón Negro y la clave de su triunfo sobre la muerte.
Por encargo de Carlyle, Najir robó los objetos de casa de Omar Shakti, sumo sacerdote en Egipto de la Hermandad del Faraón Negro y se los vendió a Warren Besart, que era el agente de Carlyle.
Najir comenta que al parecer la Hermandad estaría también involucrada en el robo de una momia de la expedición Clive, que actualmente se halla en Egipto. También se dice que la Hermandad quiere un objeto que se halla en la mezquita de Ibn Tulun pero él no sabe de que objeto se trata ni de por qué la Hermandad tiene interés en él.
La mezquita de Ibn Tullun

Mezquita
Ibn Tulun es la más antigua de las mezquitas de El Cairo, y está mucho menos adornada que la mayoría de las otras, más recientes. Como en cualquier lugar santo, es recomendable no hacer ruido. Los visitantes deben quitarse los zapatos al entrar, no se permite la entrada a las mujeres y a las horas de las plegarias los turistas no son bienvenidos.
Los investigadores preguntan por alguien responsable de la mezquita que quiera atenderles. En principio no reciben respuesta pero cuando dicen que tienen información sobre la intención de que alguien quiere robar un objeto antiguo de la mezquita son atendidos Achmed Zehavi.
Los investigadores le transmiten el temor de que alguien o algo quiera robar un objeto de la Mezquita. Tras insistirle mucho Achmed reconoce que es posible que guarden algún objeto pero sin embargo está bien cuidado.
Los investigadores le indican a Achmed donde se alojan y con la preocupación en el cuerpo se van si haber sacado nada en claro.
Las Máscaras de Nyarlathotep, El Cairo.